Se tu héroe

Tu tiempo es oro, al igual que el mio. Es más, diría que es tan valioso que no se puede comparar con nada. Si algo te hace perder el tiempo, olvídalo. No está hecho para ti. Y por ello no eres más ni eres menos; simplemente eres diferente, como lo somos todos los mortales. Así es, ninguno es igual al de su lado. ¿Qué sería de la vida si fuésemos iguales? Básicamente sería una dictadura del aburrimiento. Aprovecha el tiempo, no lo dejes escapar. Haz lo que te pida el cuerpo, lo que te pida tu mente. ¿Bailar? Pues baila, ¿ser acomodador de un cine? Se acomodador en un cine… pero haz lo que te haga feliz. El dinero te va a ayudar a conseguir la felicidad, pero no es lo único que te lo va a dar. ¿Cuanta gente cambiaría un poco de dinero por estar más tiempo con su familia, o riéndose con sus amigos? Mucha gente. Así que piensa, haz de tus sueños tu vida para poder vivir todo lo feliz que te vaya dejando la vida.

10 Motivos por los que visitar España

Como ya os comenté la semana pasada, Santoña tiene más de un motivo por el que ha de ser visitada. Es cierto que no todo el mundo puede salir encantado con ella –los gustos están ahí y no se pueden negar-. El caso es que la mayoría de gente que la visita sale encantada con el trato y con el pueblo.

Ahora, ya que estamos metidos en faena, Santoña no solo única entre pueblos. España también lo es entre países. Y cómo España es uno de los mejores países para poder disfrutar de unas vacaciones, voy a exponer diez de los motivos que me parecen más interesantes del país.

Sigue leyendo

10 Motivos por los que visitar Santoña

Santoña se encuentra en el norte de España, concretamente en la zona oriental de Cantabria. Muchos son los motivos que hacen de este, un pueblo distinguido entre tantos. Quizás no por ser de los mejores, tampoco creo que sea por ser de los peores; lo que nos distingue de los demás es el carácter acogedor de sus habitantes y la predisposición que tenemos a la hora de hacer de nuestra vida, una celebración.

Sigue leyendo

Perfectas Imperfecciones. (Microcuento)

Ayer celebramos el primer cumpleaños de Juan. Le trajeron muchísimos juguetes: un peluche de Bob Esponja, Dora la exploradora parlanchina, una pelota de Oliver y Benji… Hoy también hace un año que mi mujer se siente fea, que no le gusta su cuerpo. Cada vez que se mira al espejo se deprime; sus michelines, su piel y sus arrugas le llevan a una irrealidad. Se siente más cerca de Juan y más alejada de mí. Hoy hace exactamente un año que no paro de repetir que muero por sus perfectas imperfecciones.

QUIERO QUE SEPAS

No trates de atraerme con tu mirada. Puede que te arrepientas, o puede que el que se arrepienta sea yo. Además, no estoy dispuesto a pasar por lo que he pasado en ocasiones anteriores. Y eso que tengo mucho que ganar y poco que perder. Así que puedes estar tranquila; yo tampoco te miraré. Aunque si lo hago, siempre tendré la disculpa de que lo hacían las cervezas.

Sigue leyendo

LA FUGACIDAD DEL DESEO

Una vez, un amigo mío me preguntó qué era para mí el deseo. La verdad; no supe que contestarle, me quedé en blanco y acudí a un diccionario para ver cómo lo definía. Sobre el deseo ponía algo así como: Fuerte inclinación de la voluntad hacia el conocimiento, consecución y disfrute de algo. Bajo mi punto de vista, me parece una definición bastante vaga para una palabra tan potente como es el deseo.
Sigue leyendo

AUNQUE NO TE ESCRIBA

Hubo un tiempo, en el que antes de acostarme te mandaba mi último mensaje. Un último mensaje, con un tono distendido diciéndote ¡Buenas Noches!. Ya no lo hago. Y no porqué no quiera hacerlo, porque en realidad te deseo noches magníficas, sino porque hay otra persona a la que besan mis labios.

No es una cuestión de más o menos, jamás creí en las mediciones; es una cuestión de principios, de respeto y de educación. Por eso, aunque no seas la persona a la que escriba cuando acabo la jornada, te deseo buenas noches hasta el final de tus días.

Tampoco me he olvidado de tí porque no te escriba. Es más, recuerdo todos los momentos que pasamos felices: viendo las estrellas, comiendo, viajando…incluso tomando una taza de café. Esas cosas no se olvidan aunque no te lo demuestre en un mensaje. Al igual que tampoco podré olvidar tu cara, tus gestos, tu forma de ser. Es algo que se queda grabado por triplicado: en el corazón, en la cabeza y en el alma.

Y que no te escriba no quiere decir que no te eche de menos. Algunas noches te echo de menos. Aunque sean míos otros besos, aunque duerma con otra persona en un colchón diferente; siempre hay algún momento en el que echarte de menos. Porque eso es lo que sucede cuando has querido a alguien, cuando has amado a alguien. Se llama nostalgia y creo que es algo bueno.

Ayer te escribí y no para decir ¡Buenas Noches!, sino para decirte que me caso y que aunque pasen los años, aunque la vida me maree de tantas vueltas; quiero que sepas que sucede en mi vida al igual que muero por saber que a ti te va bien.

Aunque no te escriba. Muy dentro de mí te llevo.

Aún no vendo mi alma al diablo.

Me acogiste en tu regazo, como acogen los árboles los nidos de los gorriones. Supe que te quería desde el primer momento que vi tus ojos. Una mirada. Un beso. Dos formas, completamente diferentes, para expresar todo lo que te he querido y todo lo que te quiero.Jamás dejaré de hacerlo, que se te grabe de tal forma que no se te olvide. Es cuestión de principios. Es cuestión de quererte.

Puede que dejemos de compartir el mismo colchón. Ese que un día tuvo impregnado tu olor. Mi olor. Los dos a la vez formando uno solo. Pero a veces, las fragancias más fuertes, aunque encajen a la perfección, terminan por empalagar, deshaciéndonos del bote para siempre. Cambiando de colonia, con un nombre diferente a la anterior, pero que tenga los mimos toques; que en su esencia, en la profundidad de sus olores, siga siendo lo que siempre ha buscado. Lo que siempre has querido.

Puede que haya sido por un trozo de pan, por un misero trozo de pan mal colocado encima de la mesa; pero en realidad no solo fue por eso. Venía de atrás. Acumulado, como se acumular las algas en la playa, con las mareas. Al final, acaban por formar una montaña, la cual se derrumba por una simple y suave brisa. El pan fue la muerte del Archiduque Francisco, una chispa que produjo la primera gran explosión.

En definitiva, nos queremos y nos quisimos. El futuro dirá lo que quiera. La cuestión es hacerle caso, pero no mucho. Solamente lo justo, lo suficiente.

Ahora, coge tus maletas; o si quieres ya me voy yo. No es tiempo de vender el alma al diablo, no es tiempo de servirla. Para venderla hay que tenerlo muy claro. Incluso no venderla por mucho que las ganas te lo pidan.

Es hora de seguir luchando.

50 motivos por los que sonreír todos los días

En el mundo en el que vivimos, el valor que se le da a las cosas depende de cuánto te hayan costado. Es decir, existe un componente económico, mediante el cuál unas cosas tienen más importancia que otras. Por lo tanto, según el sistema en el que estamos inmersos, cuanto más ricos seamos más posibilidades tendremos de ser felices.

Eso no corresponde muy bien con la realidad. Una realidad que algunos, con intereses económicos, intentan distorsionar porque les conviene; provocando, de esta forma, el convencimiento de muchos acerca del dinero…pero ¿no es acaso mas valioso tener motivos por los que sonreír, por los que tomar la vida con felicidad y positividad? ¿alguien nos ha enseñado alguna vez que tenemos un millón de motivos para sonreír? A continuación os propongo 50 motivos por los que sonreír.

Sigue leyendo

La historia de Zenobia

Amanecía y las sábanas aún seguían arrugadas, manchadas por el carmín de sus labios e impregnadas con el olor de su perfume. Un cigarro recién encendido, apoyado en el cenicero de la mesita, no paraba de estrellar su humo contra el cristal de la ventana. Alguien abrió la puerta, despacio, como si no quisiera despertarme. Permanecí inmóvil, haciéndome el dormido. Ella, Zenobia, tras dar dos sigilosos pasos, apoyó una bandeja a los pies de mi cama. Me di la vuelta. Acababa de traerme el desayuno.

Unos cruasanes con chocolate emplatados en cerámica de Sargadelos, un zumo de tres naranjas, cubertería de plata -la bandeja también era de plata-; al lado de la servilleta, guardando aquel manjar, una nota en la que se podía leer “Te quiero”. Allí estaba yo, presidiendo aquél banquete y dando las gracias por tener a aquella mujer a mi lado.

Mientras devoraba el cruasán, con el zumo ya ingerido, me comencé a sentir mal. Tan mal que acabé estampándome contra el suelo. Al rato -no sé cuanto tiempo pasó- me desperté. Zenobia había desaparecido. Mi cartera, también.

Continuará…